Blog Parece que últimamente me ha dado por los trenes turísticos, lástima que el presupuesto no me de para saltar del Orient Express al Transiberiano y de éste al Transcanadiense, así que me tengo que conformar con los modestos pero encantadores trenecitos que hacen viajes turísticos por los alrededores de Madrid.
Así, si hace algún tiempo les hablaba del Tren de la Fresa hoy lo que toca es el de la Naturaleza, que es como llaman ahora al que toda la vida ha sido el tren de Cotos, así, con la t en minúscula.
Se trata de una vieja línea de ferrocarril (se empezó a construir en 1918), que sube por la sierra madrileña hasta una altura importante: nada más y nada menos que los 1.830 metros del Puerto de Cotos y, además, después de haber pasado todavía un poco más arriba por el Puerto de Navacerrada.
Ya por los felices 20 era un tren turístico: fue promovido por un grupo de excursionistas, cuando los madrileños estaban descubriendo la maravilla que tenían tan cerca y cuando "ir al monte" se estaba empezado a convertir en una actividad habitual y deseable para domingueros y deportistas capitalinos.
Luego, durante muchos años el tren dejaba a sus viajeros a tiro de piedra de la estación de Valdesquí, así que se llenaba de esquiadores; una vez cerradas las pistas por las exigencias ecológicas (ahora la zona es parte del Parque Natural de Peñalara) los vagones se llenan (no mucho) de excursionistas que van a este enclave natural.
El viaje es interesante desde varios puntos de vista: para los simples turistas es una excelente oportunidad de apreciar el impresionante paisaje de la sierra; los aficionados a los trenes, que no son pocos, disfrutarán de una línea muy peculiar, con algunas características técnicas que al parecer son prácticamente únicas en nuestro país y con un aire a cosa de otra época y un encanto muy difíciles de encontrar.
El viaje se inicia, por cierto, en la estación de Cercedilla, una localidad de la sierra de Madrid bastante curiosa que, además, la estrecha vía atraviesa en algo que se inicia casi más como un viaje en tranvía que en tren. En cuanto sale de Cercedilla el tren se mete en el denso bosque de pinos de la Sierra de Guadarrama y va subiendo atándose a la ladera de la montaña con una curvas por las que los viejos vagones pasan despacito y chirriando como un auténtico poseso.
En el primer tramo la subida nos lleva hasta el Puerto de Navacerrada, dejando lo más interesante del paisaje a la derecha, según el sentido de la marcha: primero los valles por los que la sierra se va domando y acercando a Madrid, luego las montañas que van creciendo cubiertas de pinos y más tarde incluso alguno de los altos más conocidos de la zona: los Siete Picos, la Bola del Mundo…
Una vez que superamos la coqueta estación del Puerto de Navacerrada un túnel bastante largo (aunque puede ser que lo crucemos muy despacio) nos lleva a la otra ladera de la montaña, la más fresca umbría ya en la provincia de Segovia.
Entonces haremos bien en cambiar de sitio y colocarnos a la izquierda en el sentido de la marcha, con lo que podremos disfrutar, siempre y cuando el espeso pinar nos lo permita, de las no menos impresionantes vistas y de los enormes bosques que parecen no tener fin. De todas formas, el placer no es sólo por el paisaje: la cercanía de los árboles, el aroma del bosque, la pureza del aire y lo lento de la marcha hacen que más que ir en tren parezca que estemos de paseo.
Y para los que no tengan bastante con el tren, no olviden que al llevar a Cotos pueden empezar algunas de las mejores excursiones a pie de la sierra madrileña, incluyendo algunas como la subida a Peñalara o, un poco menos dura, el ascenso a sus lagunas.
Eso sí, hay que hacerlas rápido que luego el tren de vuelta no estará esperándonos siempre.
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Vea mis fotos del Tren de Cotos en Flickr.
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