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Nuestro cuarto día de viaje en Praga lo íbamos a dedicar a hacer una excursión a un pueblo que se encuentra a unos 140 kms al oeste de Praga, Karlovy Vary. La idea que teníamos de Karlovy Vary era su fama por los balnearios y por ser el lugar adonde Carlos IV iba a tomar las aguas medicinales. Los autobuses para Karlovy Vary salen de la estación de Florenc, la linea amarilla de metro hace parada en esta estación. El precio de los billetes para el autobús son de 140 coronas (unos 6 euros) para los adultos y de 70 coronas para los menores de 15 años. El lugar donde se venden los billetes es muy fácil de encontrar en la estación y allí mismo te indican el andén de donde sale el autobus. Una recomendación, si sabéis el día en que váis hacer esta excursión sería recomendable que el día anterior hicieséis una escapada hasta la estación de Florenc y sacarais los billetes la víspera. Podéis encontraros el día que queréis hacer la excursión que los autobuses estén completos.
Los autobuses que realizan este viaje son una auténtica gozada, cómodos, con azafata a bordo, te sirven una bebida caliente gratis si lo deseas, lo dicho una autentica gozada. Los autobuses salen hacia Karlovy Vary cada hora, nosotros salimos a las 9 de la mañana y cogimos la vuelta para las seis de la tarde. El viaje dura unas dos horas y veinte minutos aproximadamente. En este sentido indicaros que el autobus camino de Karlovy hace una parada (la única) en el aeropuerto de Praga. Preguntamos el precio, para ver si salía más barato que el autobús y el metro que habíamos cogido a nuestra llegada y Praga y nos dijeron que el billete eran 60 coronas hasta el aeropuerto, poco ménos de 3 euros y no había diferencia de adulto a niño. Mucho más caro que la opción que elegimos nosotros.
A la hora prevista llegamos a Karlovy Vary, no es autopista pero si una carretera cómoda.
La estación de autobuses está practicamente en el centro de Karlovy, pensemos que se trata de un pueblo pequeño y la estación quedaba muy a mano.
Nos bajamos del autobus e inmediatamente entramos en las calles de Karlovy. Lo primero que encontramos fueron dos calles autenticamente comerciales, numerosas tiendas y numerosos lugares especializados en comida rápida. Al dejar estas calles apareció ya el río que recorre Karlovy y un ligero aroma a sales ya empezábamos a sentirlo. Lo que apareció a continuación es una auténtica gozada. El río recorriendo una especie de desfiladero y a ambos lados del río hoteles, balnearios, tiendas comerciales, pero todas ellas construidas con un estilo totalmente único. Hoteles elegantísimos constuidos con un estilo único. Hay que verlo. Nosotros hicimos primero el recorrido río arriba y a continuación por el otro lado del río, hacia abajo.
En nuestro paseo encontramos algún que otro parque, numerosas fuentes con agua medicinal, la supuesta fuente donde Carlos IV descubrió estos manantiales y una elegancia y una paz por todos lados. El agua de las fuentes salía a muy diferente temperatura, desde los 35 grados hasta 72 grados. Para beberla se venden una especie de vasos hechos con cerámica típica de la zona y que llevan incorporada una especie de tubito que impide el contacto del agua con los dientes ya que el contacto directo les sería perjudicial. Se ve a la mayoría con el vasito bebiendo las aguas de Karlovy, aunque nosotros no lo hicimos. Pensamos que con las fotos sería suficiente.
En una de las numerosas terrazas de la ribera del río hicimos una parada para tomar una cerveza frente al río. Una auténtica gozada. Después de recorrer Karlovy Vary de punta a punta, tocaba regresar.
El autobus nos dejó sobre las 8:15 en Praga. Buscamos un sitio para cenar y a descansar.
Karlovy Vary a nuestro juicio es visita más que obligada en un viaje a Praga. Totalmente recomendable
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